SAN ISIDRO LABRADOR---------15 DE Mayo de 2020
¿Quiénes son los santos?
Los santos son amigos de Jesús y amigos nuestros, a los que la Iglesia ha dado un título, un honor especial por su ejemplo y buen hacer entre las personas que les rodeaban mientras vivían en la Tierra. Ahora desde el cielo, los santos nos protegen, hablan a Dios de nosotros y nos ayudan a entender mejor el mensaje de Jesús y como ponerlo en práctica cada día. Hoy vamos a hablaros de un santo muy especial, uno de esos que nos pilla cerquita, porque es el patrón de la ciudad en la que vivimos, es decir, que fue vecino nuestro, y por eso los madrileños o los que vivimos en Madrid le tenemos un cariño especial. Hoy os vamos a hablar de San Isidro…
Los milagros de SAN ISIDRO
Nos centramos ahora en los milagros de San Isidro.
A veces los amigos de Jesús reciben regalos especiales de Dios. No para demostrar poderes mágicos, ni para ser famosos o millonarios, sino para dar a conocer a las personas que Dios está vivo en el corazón de cada uno de nosotros. Isidro recibió de Dios alguno de estos regalos. Solo contamos dos. Uno es muy gracioso, y el otro, aunque empieza con un susto acaba bien.
El milagro del arado
Una cosa que tenía San Isidro es que llegaba tarde a trabajar casi todos los días… Sí, sí, me diréis que los santos son muy buenos, pero que le vamos a hacer. El joven Isidro llegaba tarde al curro. Pero por una buena causa. Él iba a Misa temprano, ya veces, hablando con Dios, se quedaba embelesado con Él y como en el siglo XI no existía el reloj… El Señor de Vargas se enfadaba continuamente, pero nunca le pillaba, sino que se lo contaban siempre los compañeros de Isidro… Un día decidió esconderse para ver qué pasaba con los retrasos… Y justo ese día, en que San Isidro estaba de charla con Dios, éste mandó a dos amigos suyos a ayudar. Dos ángeles cogieron el arado, los bueyes y todos los aperos de labranza del pobre Isidro y se pusieron manos a la obra dejando el campo arado… El pobre señor de Vargas se llevó un chasco de narices, aunque seguro que cuando Isidro llegó corriendo al campo de trabajo también se quedó sorprendido. La única duda que nos queda es… ¿Lo harían bien los angelitos? Porque en el cielo no creo que se are mucho el campo… A lo mejor a Isidro luego le tocó arreglarlo un poquito, pero seguro que sus compañeros no volvieron a chivarse al jefe de que llegaba tarde.
El milagro del pozo
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