CUENTO
Anoche soñé que estaba en el campo, jugando con mis primos a volar cometas y
a trepar por todos lados. Agotados de tanto correr y brincar, nos tendimos
sobre el pasto verde y nos pusimos a observar los pájaros que volaban sobre
nuestras cabezas. De repente sentí que mi corazón que latía muy rápido se
transformaba en un nido, en un nido tibio, suave y mullido. "Mi corazón se
quedó quieto, muy quieto" exclamaba yo sorprendido. "Mi corazón se
quedó quieto, paró de latir y se convirtió en un nido; tiene forma de nido,
tiene color de nido, tiene tamaño de nido y está esperando a que un pajarito
venga a vivir en él".
¿Era yo un árbol acaso? ¿Era yo un niño?, ¿Por qué en vez de corazón tenía yo
un nido? En ese momento me asusté mucho porque yo quería seguir siendo niño no
árbol. Estaba a punto de llorar cuando de repente sentí que a mi nido llegaba
una palomita blanca, blanca como la nieve y muy linda.
"¿De dónde vienes tú"? le pregunté todavía un poco asustado. Y
curiosamente la paloma me respondió con una voz muy suave y amable:
"Vengo del cielo a vivir contigo, siempre que tú me invites a quedarme en
tu corazón". Y yo, muy afligido y confundido le contesté:
"Es que ahora en vez de corazón, tengo un nido." Pareció que no le
importaba mucho lo que le dije. Y continué "En realidad, pensándolo bien
para ti que eres un pájaro resulta mejor un nido que un corazón ¿verdad?
"La verdad es que para mí resulta bien un corazón o un nido. La cosa es
que aceptes que yo me instale a vivir contigo, me contestó la paloma.
"Por supuesto que me gustaría que te quedaras conmigo para siempre, serías
mi amiga y mi compañera, irías conmigo a todas partes, podríamos conversar en
cualquier momento. Como vienes del cielo me aconsejarías cómo hacer las cosas
bien y yo me podría convertir en un niño alegre, servicial, cariñoso,
obediente, solidario y amable" Mis papás y mis profes estarían contentos
conmigo y yo más contento con ellos."
"A todo esto no te he dicho mi nombre. Me llamo Felipe y tú ¿tienes
nombre? " le pregunté curioso. "Yo soy el Espíritu Santo, enviado por
el Padre y tu amigo Jesús para que viviendo conmigo no te olvides jamás de
ellos"
En ese mismo momento desperté bruscamente y recordé la clase de ese día en que
la profe nos había hablado de Pentecostés. No lo puedo explicar pero luego de
despertar sentí una alegría inmensa y una paz increíble en mi corazón. Me
sentía un niño bueno, bueno y feliz
¿Será que el Espíritu Santo nos transforma por dentro y nos hace ser buenas
personas?
AHORA COLOREAMOS NUESTROS PROPIOS PAJARITOS